martes, 21 de abril de 2015


Lorenzo es un niño que desde que nació ha llevado un cazo siempre a su lado. No podía separarse de él.

                                         


Lorenzo tenía muchas cualidades pero la vida cotidiana le costaba trabajo y doble esfuerzo a causa de llevar su cazo siempre a cuestas. El cazo le dificultaba el día a día. A veces el cazo hacía que se atascara, y le impedía avanzar.


                                        


 Por mucho que se esforzase no conseguía alcanzar su meta, entonces se enfadaba y gritaba.
Un día cansado de luchar decidió ponerse el cazo en la cabeza y hacer como si no existiera.
Afortunadamente, una señora se dio cuenta de que Lorenzo se había escondido debajo de su cazo. Se acercó a él y le hizo ver que tenía mucho talento y le enseñó algunos trucos para avanzar en el día a día llevando su cazo.
Incluso le regaló un pequeño bolso para llevar guardado su cazo. Lorenzo ahora estaba más feliz porque podía avanzar y su cazo no interfería tanto como antes.

                                      


 Llegó el día que Lorenzo se despidió de esa señora amable que tanto le había ayudado. Lorenzo siguió avanzando en su vida cotidiana y disfrutando de cosas que antes no podía hacer. La señora le había ayudado mucho, con buenos trucos y consejos.

                                         


A nuestro alrededor, hay personas que tienen dificultades. Si no conocemos qué es lo que les ocurre podemos pensar de ellos que son “raros”. Como cuando veían a Lorenzo arrastrar su cazo.
En el momento que conocemos qué es lo que les ocurre empezamos a tenerles más respeto y comprensión y además podemos ayudarles mejor a avanzar en su vida cotidiana tal y como hizo la señora del cuento.


Ricardo y Marco 

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