Lorenzo es un niño que desde
que nació ha llevado un cazo siempre a su lado. No podía separarse de él.
Lorenzo tenía muchas
cualidades pero la vida cotidiana le costaba trabajo y doble esfuerzo a causa
de llevar su cazo siempre a cuestas. El cazo le dificultaba el día a día. A
veces el cazo hacía que se atascara, y le impedía avanzar.
Por mucho que se
esforzase no conseguía alcanzar su meta, entonces se enfadaba y gritaba.
Un día cansado de luchar
decidió ponerse el cazo en la cabeza y hacer como si no existiera.
Afortunadamente, una señora
se dio cuenta de que Lorenzo se había escondido debajo de su cazo. Se acercó a
él y le hizo ver que tenía mucho talento y le enseñó algunos trucos para
avanzar en el día a día llevando su cazo.
Incluso le regaló un pequeño
bolso para llevar guardado su cazo. Lorenzo ahora estaba más feliz porque podía
avanzar y su cazo no interfería tanto como antes.
Llegó el día que Lorenzo se
despidió de esa señora amable que tanto le había ayudado. Lorenzo siguió
avanzando en su vida cotidiana y disfrutando de cosas que antes no podía hacer.
La señora le había ayudado mucho, con buenos trucos y consejos.
A nuestro alrededor, hay
personas que tienen dificultades. Si no conocemos qué es lo que les ocurre
podemos pensar de ellos que son “raros”. Como cuando veían a Lorenzo arrastrar
su cazo.
En el momento que conocemos
qué es lo que les ocurre empezamos a tenerles más respeto y comprensión y
además podemos ayudarles mejor a avanzar en su vida cotidiana tal y como hizo
la señora del cuento.
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