jueves, 19 de mayo de 2016


Marina era una gallina muy fina, sus plumas eran de color yema de huevo, su pico brillaba como el oro, sus ojos relucientes como el sol. Estaba muy orgullosa de sus plumas pero no le gustaban demasiado sus patas color queso. Siempre pensaba en decorarlas con hermosas joyas.
Vivía en una granja cercana a la gran ciudad de Metrópolis, su gallinero era amplio porque vivían en el muchas compañeras. También había un establo, una cuadra y una conejera.
Todas las mañanas, se levantaba temprano, cuando su amigo el gallo daba la señal, se dirigía hacia su nido donde se quedaba sentada hasta que ponía un huevo. Su vida era bastante aburrida y pasaba las horas soñando e inventando historias.
Un día, Marina, se escapó del gallinero con ganas de vivir una aventura. Se dirigió hacia la ciudad y caminando por el camino se encontró un décimo de lotería. No sabía si estaba o no premiado. Así que decidió ir a comprobarlo a la ciudad.
Cuando llegó a Metrópolis, fue a una sucursal de lotería y allí preguntó si ese boleto estaba premiado. Qué sorpresa se llevó cuando le dijeron que era la afortunada de ganar el primer premio: 20.000.000 de euros.


Rápidamente, corrió al banco a cobrar el cheque y con su dinero se dirigió a la joyería más cara, vip y exclusiva de toda la ciudad. Allí los dependientes la trataron muy amablemente y le enseñaron todas sus joyas. Marian eligió: zafiros, rubies, perlas, diamantes, oro… para poner en sus patas, que desde entonces le parecían hermosas y muy distinguidas.
Muy contenta, con la aventura vivida, volvió a su gallinero para contarles a todas sus amigas las gallinas su historia.
Las joyas brillaban con el sol tanto que Marina deslumbraba desde el camino de vuelta a casa.
El granjero enseguida que la vio entrar la agarró, la desplumó y la metió en una olla para hacer sopa. Con sus joyas le hizo un maravilloso regalo a su esposa, que se puso muy contenta.
Así que a la pobre Marina, no le duró mucho tiempo la alegría, y sus compañeras decidieron no salir del gallinero y de su vida de poner huevos.

Ricardo y Marco




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